LA GUERRA PSICOLÓGICA CONTRA LA POBLACIÓN
La creación artificial de «turbulencias sociales»
En el Insituto Tavistock, Eric Trist y Frederick Emery desarrollaron una teoría acerca de la «turbulencia social», supuestamente para «suavizar el efecto de impresiones futuras», mediante la cual se podía ablandar a una población utilizando fenómenos en masa como cortes en el suministro de energía, hundimientos económicos y financieros y ataques terroristas.
«Si las «impresiones» iban muy seguidas, unas de otras, y se administraban cada vez con mayor intensidad, era posible inducir a la sociedad entera a un estado de psicosis colectiva», sostuvieron Trist e Emery.
Y también afirmaron que «las personas terminarían disociándose, pues intentarían huir del terror causado por una realidad tan apabullante; se encerrarían en un estado de negación y se refugiarían en diversiones y entretenimientos populares, y mostrarían cierta tendencia a sufrir accesos de cólera».
De hecho, hemos hablado de dos caras de la misma moneda.
- Por un lado, llevar a cabo una manipulación y un control encubierto y sutil de la conciencia y el pensamiento humanos mediante el poder de la televisión.
- Y «por el otro, cambiar de paradigma de forma directa y patente, modificar los conceptos básicos, ampliar los parámetros y cambiar el terreno de juego y todas las reglas por las que se define la sociedad, dentro de un período de tiempo excepcionalmente corto» [1].
LA TEORIA DE LAS TURBULENCIAS SOCIALES: el control sobre los grupos
Una de las personas clave que participaron en la guerra psicológica contra la población creando artificialmente un estado de «turbulencia social» fue Kurt Lewin, un pionero de la dinámica de grupo que formó parte de la Escuela de Francfort durante sus primeros tiempos y huyó de Alemania cuando Hitler asumió el poder.
Este pasaje tomado de su libro La perspectiva del tiempo y la moral [Time Perspective and Morale] muestra su forma de entender la guerra psicológica:
«Una de las técnicas principales para destrozar la moral mediante una «estrategia del terror» consiste en la táctica siguiente: la persona nunca debe tener muy claro qué lugar ocupa y qué puede esperar.
Si además se emplean indistintamente con frecuencia medidas disciplinarias severas y promesas de un buen trato, y se transmiten noticias contradictorias para volver aún más borrosa la «estructura cognitiva» de dicha situación, es posible que la persona deje de saber incluso si un plan en particular la acerca o aleja de su objetivo.
En dichas circunstancias, incluso las personas que tienen objetivos claros y que están dispuestas a correr riesgos se quedan paralizadas a causa de graves conflictos internos respecto de lo que deben hacer» [2].
A lo largo de estos últimos cincuenta años, las investigaciones llevadas a cabo en los campos de la psicología, la sociología y la psiquiatría han demostrado que existen límites claramente marcados para el número de cambios que puede soportar la mente y para la índole de los mismos.
Según la SPRU, Science Policy Research Unit [Unidad para la Investigación de Políticas Científicas] del centro de Tavistock de la Universidad de Sussex, la expresión «conmociones futuras» es «la ansiedad física y psicológica derivada de la excesiva carga que pesa sobre el mecanismo de toma de desiciones de la mente humana».
Es decir, «una serie de sucesos que tienen lugar tan rápidamente que el cerebro humano no puede absorber la información».
SITUACIONES POSIBLES EN RESPUESTA A LA TURBULENCIA SOCIAL
1ª – SUPERFICIALIDAD
Una de las situaciones posibles, es la que se denomina «superficialidad».
Según Emery y Trist, al cabo de varias conmociones seguidas el grupo de población al que van destinadas descubre que ya no quiere seguir tomando decisiones y reduce el «valor de sus intenciones. […]
Esta estrategia sólo puede sostenerse negando las profundas raíces de humanidad que unen […] a las personas en un nivel personal negando su psique individual».
Entonces sobreviene la apatía, con frecuencia precedida de una violencia absurda, como la que era característica de las pandillas callejeras de Los Ángeles en los años sesenta y ochenta, o que Emery y Trist denominan reacción social organizada a la disociación, tal como se describe en las páginas de la novela de Anthony Burgess titulada La naranja mecánica, una sociedad dominada por una rabia animal.
«Ese grupo se vuelve fácil de controlar y obedecerá dócilmente las órdenes sin rebelarse, que es la finalidad del ejercicio», agregan Trist y Emery.
Es más, los adultos disociados no son capaces de ejercer una autoridad moral sobre sus hijos, ya que están demasiado ensimismados en sus propias fantasías infantiles, provocadas por la televisión. ……
…… Las «frecuentes oscilaciones» pasan por varias situaciones:
- Situación Estable, donde las personas son más o menos capaces de adaptarse a lo que les está ocurriendo.
- Situación Turbulenta, en la cual las personas hacen algo para aliviar la tensión o se adaptan y aceptan un entorno en tensión. Si la turbulencia no cesa, o se intensifica, llega un momento en que las personas ya no son capaces de adaptarse de forma positiva.
Según Trist y Emery, se vuelven personas «inadaptadas»; es decir, eligen reaccionar a la tensión que degrada su vida. Empiezan a rechazar la realidad, a negar la existencia de la misma y a construir fantasías cada vez más infantiles que les permitan seguir adelante.
En caso de «turbulencia social» cada vez más intensa, la gente cambia de valores y se rinde ante otros nuevos y degradados; valores menos humanos y más animales» [3].
2ª – SEGMENTACION DE LA SOCIEDAD
La segunda situación posible es la de la «segmentación de la sociedad en grupos más pequeños. En esta hipótesis, todos los grupos étnicos, raciales y sexuales luchan unos contra otros.
Las naciones se desintegran en grupos regionales, y a su vez esas áreas más pequeñas se dividen en otras menores, según la etnia» [4]……
…… Trist y Emery dicen de esta situación que «aumentan los prejuicios dentro y fuera del grupo a medida que la gente procura simplificar las decisiones. Las líneas naturales que señalaban las divisiones sociales se convierten en barricadas».
«Cada grupo dirigente fomenta un conflicto sin fin contra sus propios súbditos, y el objeto de la guerra no consiste en conquistar el territorio o en evitar que lo conquisten, sino en mantener intacta la estructura de la sociedad» [5].
3ª – ENSIMISMAMIENTO
La tercera situación posible es la más tensa, pues supone un retroceso y replegarse hacia «el mundo privado y apartarse de los vínculos sociales que podrían implicar verse envuelto en los asuntos de los demás» [6].
….. Trist y Emery están convencidos de que los hombres se mostrarán dispuestos a aceptar «la perversa inhumanidad del hombre que caracterizó al nazismo». No necesariamente la estructura del Estado nazi, sino el punto de vista moral de la sociedad nazi.
Para sobrevivir en semejante estado, la gente necesitará crear una religión nueva. Wolfe afirma que «las antiguas formas religiosas, sobre todo el cristianismo occidental, exigen al hombre que se responsabilice de su prójimo.
Las nuevas formas religiosas serán una modalidad de anarquismo místico, una experiencia religiosa muy similar a las prácticas satánicas de los nazis o a las ideas de Carl Jung» [7].
Turbulencia y Caos Social: el Odio y el Miedo como factores clave
[…] ¿Acaso están propiciando algunos, deliberadamente, este deterioro progresivo con el fin de debilitar aún más la maltrecha imagen de credibilidad con fines de llevarla a un descrédito tal, que hasta la misma institución se desintegre por sí misma o se justifique una intervención exógena?
Es aquí donde tendría cabida plantear la hipótesis de la Teoría del Caos.
Visto el escenario […] es preciso recordar, que todas las transformaciones sociales turbulentas que ha experimentado la historia humana han dado señales sociales anticipadas que dieron un aviso de alerta temprana, y que de alguna manera presagiaron los hechos que habrían de suceder en el futuro.
En todos estos casos, la ceguera coyuntural, la incapacidad intelectual y la falta de un juicio objetivo impidieron la correcta lectura anticipada que las alarmas indicaban.
De tal modo, que la “Teoría del Caos Institucional o Social” encierra un nuevo paradigma en base al estudio del entendimiento social donde se ponderan variables tales como el comportamiento de multitudes, el impacto de la propaganda en ellas, los referentes doctrinarios y culturales de una organización, entre otros.
De manera que, en cualquier conglomerado social el caos puede comenzar como una “crisis de percepción”, y esa percepción debidamente “controlada” se convertirá en “realidad” para los perceptores.
Es una especie de sistema aparentemente desordenado pero que visto de manera integral representa un orden nuevo que amenaza el statu-quo de aquello que se desea cambiar, surgiendo así un nuevo equilibrio a partir de lo que se llama entropía social de factores inductivos.
El odio y el miedo como factores inductivos
Ambos sentimientos pueden ser utilizados como estrategia de dominación y control social sin sobrepasar las fronteras de la legalidad dentro de una institución o sociedad estructuradas.
Sobre todo con la utilización a gran escala de las redes sociales donde con mucha frecuencia pasan videos con actos que generan alarma en la sociedad, y a la vez un rechazo de esta hacia las instituciones públicas, por su incapacidad de sobrellevar la situación generada.
Constituyéndose ese miedo y rabia, en una amenaza a la “identidad colectiva”, pues genera una “turbulencia social” por un lado, y un “torbellino institucional” por otro.
Lo que originaría fracturas en la cohesión interna debilitando ambos escenarios en su conjunto, pudiendo ser utilizados,
- uno para desviar la atención de la sociedad como distracción inducida,
- otro, para profundizar una crisis institucional, que obligue a desarrollar ciertos “planes de transformación” en la organización nacional.
[…] Lo que nos lleva a la frase del intelectual Bossuet cuando afirma:
“Donde ninguno manda, mandan todos. Donde todos mandan, nadie manda. Es el caos”.
Este Artículo toma la información en su primera parte, del libro de Daniel Stulin «El Instituto Tavistock«, aquí dejamos las referencias citadas en el texto compartido.
[1] John Quinn, NewsHawk, 10 de Octubre de 1999.
[2] K. Lewin, «Time Perspective and Morale», en G. Watson, ed., Civilian Morale, segundo anuario de SPSSL, Houghton Mifflin, Boston, 1942.
[3] Lonnie Wolfe, «Turn off your TV», New Federalist, 1997.
[4] Ibid.
[5] George Orwell, 1984, Signet Books, Nueva York, 1961.
[6] Ibid.
[7] «Turn off your TV», Lonnie Wolfe, New Federalist, p. 14, 1997.
El Texto sobre el odio y el miedo como factores para el caos social o la turbulencia social, ha sido extraído del medio «Listín Diario», localizado en la República Dominicana.
jumanper
«El odio y el miedo como factores inductivos para profundizar una crisis institucional, que obligue a desarrollar ciertos “planes de transformación” en la organización nacional»
¿ Por qué será que, tras leer vuestro post y más concretamente el párrafo anterior, he pensado inmediatamente en lo que está sucediendo con Catalunya? Me resuena a un contubernio entre la Generalitat y el Gobierno central, para introducir una transformación en la organización nacional actual.