Probablemente, una de esas películas que pocos hayamos visualizado o que hayamos oído hablar de ella. Suponemos que en su estreno, 1985, la historia narrada por Terry Gillian, ex-Monty Phyton, no tendría sentido para muchos de los espectadores. Si por algo se puede definir a Brazil como película de culto, es precisamente porque al visionarla hoy, la historia sale ganando tras los años pasados desde «la batalla por su estreno«. Ahora es fácil comprender el mensaje y encontrarle los pies y la cabeza, que los tenía, aunque muchos no los vieron.
(El Texto sobre la película ha sido extraído del Blog Películas de Culto)
«Única, original, subversiva, inclasificable, imaginativa, satírica, son adjetivos que le quedan como anillo al dedo a la obra maestra de Terry Gilliam, Brazil (1985), mezcla de ciencia ficción, futuro distópico y comedia negra, que supone una de las obras cumbres del cine de los 80.
La Batalla para el estreno de «Brazil» en EEUU.
«La productora 20th Century Fox tenía los derechos de distribución fuera de los EEUU y estrenó la película, primero en Europa, donde cosechó muy buenas críticas. Pero la productora Universal, que poseía los derechos en EEUU, decidió no estrenarla en suelo norteamericano, según Sid Sheinberg, presidente de la compañía por aquel entonces, el final era demasiado deprimente y suponía que la película sería un fracaso.
Gilliam se había comprometido por contrato que la película no excedería los 132 minutos, cosa que incumplió. Por estas causas la película cayó en un embargo por parte de la productora y su estreno se vio pospuesto sine die. Así comenzó la batalla de «Brazil«….»
Toda la batalla que Terry Gillian (ex-Monty Phyton), tuvo que librar con la todopoderosa productora norteamericana, sería el perfecto guión para una futura película. Totalmente aconsejable leer sobre ello. Toda la info está disponible en el Blog Películas de Culto. Simplemente añadiremos, extrayendo del texto de dicho Blog:
«Gilliam se convirtió en el protagonista de la historia, pero en lugar de luchar contra la sociedad que le ha tocado vivir, como ocurría en el film «Brazil«, lo hizo contra la industria de Hollywood.
Más tarde le invitaron a dar una clase de cine en la USC (Universidad del Sur de California), Gilliam accedió y preparó para la clase un clip de la película como ayuda audiovisual. Cuando el estudio se enteró, no permitió que se mostrase el clip de la película. Durante la clase, Gilliam fue interrumpido por llamadas telefónicas de los ejecutivos del estudio. Ellos permitieron finalmente que se mostrase el clip. El video que se mostró era realmente la película entera.»
«Varios pases privados más tuvieron lugar, incluyendo uno para los miembros de Los Angeles Film Critics Association en un cuarto trasero del Club de Tiro de Beverly Hills.
La gran apuesta de la Universal para ese año, 1985, era Memorias de África y sucedió algo imprevisto, Brazil recibió los premios de mejor película, mejor director y mejor guión del año por parte de Los Angeles Film Critics Association. No era necesario que la película hubiese sido estrenada, sólo que fuese realizada.
Esto empañó la que debería haber sido la gran noche de la Universal. A vista de todo el mundo, se habían negado a estrenar la que era considerada la mejor película del año. Después de eso el estudio decidió estrenar el 20 de diciembre la versión de 132 minutos de Gilliam, aunque sólo en una sala de Los Angeles sin promocionarla lo más mínimo.
Con el tiempo se aumentarían el número de salas, pero dentro de un marco minoritario, aun así la película recaudaría en los EE.UU. 9.929.135 de dólares, del año 1985.»
Datos sobre la película «Brazil» de 1985
«Éste es el recibo por su marido. Y éste es mi recibo por su recibo.» (Escena de Brazil)
El papel protagonista recayó en un actor no demasiado conocido por aquel entonces, Jonathan Pryce, papel que fue escrito especialmente para el actor y al que el actor correspondió con una interpretación excelente. Pryce se vio rodeado de un fabuloso grupo de intérpretes, donde figuraban Robert De Niro, Kim Greist, Ian Holm, Bob Hoskins, Katherine Helmond, Jim Broadbent y Michael Palin.
Es fácil recurrir a la comparación con «1984«, pero la película tiene su propio estilo y universo particular. Gilliam coge lo que más odia de la humanidad y lo usa para crear la que es posiblemente la mejor película distópica que se haya realizado.
La deshumanización de la sociedad moderna por causa de la burocracia y la tecnología, la obsesión por la cirugía estética, la perdida de libertad por causa del gobierno, el terrorismo como arma política, todos esos temas conviven en la película y también otras muchas ideas que van más allá del guión.
Pero a parte de todo eso, es además una película sobre el amor, sobre uno imposible, puede que «love not conquers all«, pero es lo que hace despertar al protagonista de su letargo moral.