Este artículo es un pequeño compendio de dos artículos más extensos cuyos links dejaremos al final de cada texto. Ambos tratan la misma problemática, la violencia invisible dentro de las parejas del mismo sexo.
Violencia en parejas del mismo sexo: un tabú que mata por miles
Agresiones en parejas LGTBIQ: una mancha en nuestras sociedades de la nadie se atreve a hablar
, sábado 29 de abril de 2017
Silvia, Raúl y Marta tienen muchas cosas en común. Son jóvenes y dos de ellos no superan los 35 años. Tienen estudios superiores y son activistas que han luchado mucho para que los derechos de la comunidad LGTBIQ (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Intersexuales y Queer) se reconozcan.
Por desgracia, también comparten una terrible vivencia: han sufrido abusos por parte de sus exparejas.
La violencia entre parejas del mismo sexo existe. El problema es que no existen estadísticas, ni estudios ni leyes que amparen a las víctimas en España.
El psicólogo Antonio Ortega fue uno de los pioneros en hacer visible esta triste realidad en España. Su tesis de 2014, que tomó como muestra a 3.200 hombres homosexuales, mostraba que un 70% de los encuestados había sufrido violencia psicológica por parte de su pareja. El 40% sufrió violencia física y un 30% violencia sexual.
El abuso en pareja afecta a todos los segmentos de la población. La violencia no solo se limita a las parejas heterosexuales, sino que hombres homosexuales están siendo victimizados en gran número por su pareja, incluyendo abuso físico, sexual, psicológico, amenazas verbales o controles heterosexistas por parte de la pareja —Antonio Ortega, psicólogo
Si la violencia de género y los femicidios son un grave problema que afecta a nuestras sociedades, la violencia que escapa al marco heteronormativo debería ser también un punto clave en las agendas políticas.
¿Por qué entonces no es visible este tipo de violencia?, ¿por qué muchas de las víctimas no denuncian?, ¿y qué lleva a una persona a maltratar a su pareja?
«El abuso en pareja afecta a todos los segmentos de la población. La violencia no solo se limita a las parejas heterosexuales, sino que hombres homosexuales están siendo victimizados en gran número por sus parejas, incluyendo el abuso físico, sexual y psicológico, las amenazas verbales o los controles heterosexistas por parte de la pareja», explica Ortega a PlayGround.
Este abuso, unido al que ya sufren de una forma más o menos explícita o sutil por parte de la sociedad, tiene consecuencias realmente peligrosas que las administraciones públicas no están teniendo en cuenta.
El estudio de Ortega es uno de los más importantes en el marco europeo y el primero que se publicó en España. A principio de este año la fundación COGAM elaboró un informe del que se extrae que 1 de cada 3 parejas del mismo sexo aseguran haber sufrido abusos por parte de su pareja.
«En Estados Unidos, Canadá y Australia se abordó mucho antes el problema. Existen estudios que demuestran que la violencia en parejas del mismo sexo es incluso superior que la que se da en las heterosexuales», asegura Ortega.
Los primeros estudios datan del año 2000 y las cifras ya eran escandalosas. Entre los últimos estudios más significativos a nivel internacional destacan el realizado por el Gobierno de Australia, de 2015, y el del psicólogo estadounidense Richard Carroll. Este último, publicado en 2014 en Estados Unidos y con una muestra de 30.000 participantes, supuso un gran paso para visibilizar este tipo de violencia.
Los medios internacionacionales no tardaron en hacerse eco de los resultados de Carroll. La revista Atlantic publicaba: «La violencia doméstica entre parejas del mismo sexo es una epidemia silenciosa».
La BBC se preguntaba: «¿Es más común la violencia en personas del mismo sexo?».
Los datos arrojados por el informe de Carroll reflejaban que hay mayor número de víctimas que han sufrido cualquier tipo de violencia por sus parejas en la comunidad LGTBIQ.
«Necesitamos cambiar la forma en que entedemos la violencia doméstica», explicaba el psicólogo a la BBC. «Con los resultados obtenido podemos confirmar que no se trata de un problema de género, sino de un problema de poder y control», sentenciaba.
Un año más tarde, el informe del Gobierno australiano confirmaba las fatídicas previsiones de Carroll. Los resultados establecían que las más afectadas eran las mujeres bisexuales. El 75% había tenido una pareja violenta en contraste con el 46% de mujeres lesbianas y el 43% de mujeres heterosexuales. En el caso de los hombres bisexuales la cifra era del 47% frente al 40% de hombres gays y el 21% de hombres heterosexuales .
Silvia ha dejado atrás esa experiencia tóxica que vivió durante un año. «Primero fueron los celos, aunque lo veíamos como una especie de juego inofensivo. Después llegó el control total sobre mí, sobre lo qué hacía o dejaba de hacer. Ahí empecé a plantearme en qué tipo de situación estaba», añade Silvia.
«Superar el abuso fue una parte de mi terapia. Lo que más me costó fue entender cómo yo, una activista del feminismo, una persona con las ideas tan claras y con unos principios tan fuertes pude haber sido víctima de abuso por mi pareja» — Silvia, lesbiana, víctima de violencia
«Este tipo de maltratos pueden pasar por distintas fases: los celos, el control sobre la forma de vestir, el control económico..y un sinfín de ejemplos», explica Ortega.
«El problema es que la persona maltratadora nunca va a tener suficiente y puede llevar a la víctima a estar completamente anulada y controlada por su pareja».
Según el psicólogo, el control y el poder sobre la otra persona son dos de los patrones que más se repiten en la violencia doméstica. También se tiene en cuenta el estrés por el que muchas de las personas del colectivo LGTBIQ han tenido que pasar: desde gestionar su sexualidad, aceptarla o tener que hacerla pública.
«Si a todo ese estrés y justificación que pasan por ser homosexuales —algo que no viven las parejas heterosexuales— les sumas la homofobia que la gran mayoría ha sufrido en su juventud, tienes los ingredientes para un cóctel molotov de la violencia», explica Ortega.
►Link al Artículo completo de Clara Gil, en Playgroundmag.net
►Link a la Tesis Doctoral del Psicólogo Antonio Ortega López en la Universidad Complutense de Madrid
El drama del «doble armario», la violencia «invisible» dentro de parejas del mismo sexo
Erica, argentina, tenía 21 años cuando empezó su primera relación con otra mujer siete años mayor que ella. Poco a poco se vio atrapada en una espiral de aislamiento y control asfixiante.
«Me llamaba constantemente, también en horas de oficina. Si le decía que no podía hablar me llamaba al teléfono del trabajo», le explica Erica a BBC Mundo.Luego empezó la violencia física, con golpes en la cabeza, marcas en los brazos e incluso, un día, quien era su novia le fracturó la nariz de una patada.»Al día siguiente le dije a mi madre que me había caído», relata la mujer que ahora tiene 34 años.
«Ahora miro hacia atrás y me cuesta entenderlo» – Erica
La historia de Erica es similar a la de otras mujeres que han sufrido violencia, pero es distinta en algo: el perpetrador no era un hombre, sino una mujer igual que ella.
Y su caso no es aislado. Los colectivos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) aseguran que, de hecho, la violencia entre personas del mismo sexo es más frecuente de lo que se cree.
«Es una violencia invisible y un tabú», le asegura a BBC Mundo, Paco Ramírez, presidente de la confederación LGBT Colegas, con base en España.
Aunque ni los golpes, ni las repetidas humillaciones, ni las amenazas o el control enfermizo son fenómenos exclusivos de las relaciones heterosexuales, la violencia entre personas del mismo sexo se ha estudiado mucho menos.
Y es que hasta hace poco, en muchos países estos tipos de uniones no tenían ni siquiera reconocimiento legal.
Aunque no hay estudios globales ni realizados en muchos países del mundo, los que se han hecho (centrados en su mayoría en países anglosajones) indican que el problema existe y podría estar en niveles similares que la violencia en parejas heterosexuales.
Por ejemplo, una revisión de estudios publicada en 2014 por la Escuela Feinberg de Medicina de la Universidad Northwestern (Chicago), concluyó que entre el 25% y el 75% de las lesbianas, gays y transexuales han sido víctimas de violencia en la pareja.
No solo las mujeres heterosexuales son víctimas de violencia en la pareja, no es cierto que los hombres nunca sean víctimas y tampoco que las mujeres no puedan ser perpetradoras.
Falsas creencias
Y, sin embargo, estas creencias están tan extendidas que incluso para las propias víctimas es difícil aceptar verse en esa condición.
Carlos García, trabajador social especializado en violencia de género, entrevistó en España a 27 hombres y mujeres, gays y lesbianas, que vivieron situaciones de violencia en la pareja.
Y observó que a los hombres les costaba mucho percibirse a sí mismos como víctimas.
«Me decían»… «Es que yo no podía verme como una de esas mujeres maltratadas que salen en la televisión. Tiene que ser otra cosa», le dice García a BBC Mundo.
«Socialmente se cree que si la violencia se da en personas del mismo sexo entonces tiene que ser en dos sentidos, que no hay dominación ni sumisión», afirma García, quien plasmó sus investigaciones en el libro «La huella de la violencia en parejas del mismo sexo».
Por eso, si para una mujer víctima de violencia a manos de su marido ya es normalmente difícil aceptar la situación y denunciarlo, en caso de estas víctimas puede ser aun peor.
Es lo que se llama «doble armario«: las víctimas tienen dificultades para reportar abusos porque esto requiere autoidentificarse como LGBT frente a unas autoridades en las que muchas veces no confían.
Además, hay numerosos casos en que los agresores amenazan con divulgar la orientación sexual de la víctima a su entorno familiar o de amistades y utilizan esto como mecanismo de control.
Y cuando la persona se decide a denunciarlo, no siempre se encuentra con unas instituciones preparadas para protegerla.
«Me han explicado algunas mujeres que al ir a la policía y contar que su pareja agresora es una mujer, se han reído de ellas», le dice a BBC Mundo Karen Vasquez, psicóloga y coordinadora para la promoción de la salud sexual de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
Algo similar le pasó a uno de los hombres entrevistados por García, que cuando acudió a la policía a denunciar las palizas que le daba su novio, se encontró con que lo consideraban una pelea.
«Si eres una persona trans inmigrante y sobreviviente de violencia, ¿por qué vas a llamar a la policía? Es obvio que no se sienten seguros», asegura Genevieve Rodríguez, organizadora de La Línea, una organización de Boston que lucha contra los abusos de pareja en comunidades LGBT y minorías.
El temor a la discriminación y la poca confianza en la actuación de la policía y los tribunales también fueron identificados como importantes obstáculos para denunciar este tipo de agresiones en Venezuela, en un estudio publicado en 2003 por Reynaldo Hidalgo, profesor de criminología de la Universidad de los Andes.
En La Fulana, un espacio de mujeres lesbianas y bisexuales de Argentina, empezaron hace unos años a recopilar noticias sobre casos de violencia entre mujeres y vieron que, simplemente, no había.
«Cuando se mencionaba alguno, salía como algo entre amigas, no aparecía la palabra lesbianas», le explica a BBC Mundo Paz Dellacasa, coordinadora general de La Fulana.
Y vieron que, cuando una mujer lesbiana se atrevía a denunciar, lo sucedido se tomaba como una riña o pelea, no como un caso de violencia de género.
«Lo que queremos es que se nos reconozca. Lo que no se nombra, no existe, y lo que no existe no tiene derechos», afirma Dellacasa.
Jiménez dice que, a pesar de todo, el déficit más grave está en el caso de los hombres, «porque el ministerio no tiene mandato para abordarlos».
«Hoy en día, no hay posibilidad de que un chico agredido por su pareja y con su vida en peligro, se acerque a un centro de protección y sea acogido en ese espacio», sentencia.
Vacío legal
En muchos países, estos casos se clasifican como violencia familiar, así que si existe una ley específica contra la violencia de género, no se incluyen en ella.
Es lo que pasa en España, donde la ley de violencia de género solo protege a las mujeres que son agredidas por varones.
Sin embargo, en una comparecencia en el Parlamento español en 2009, el centro Aldarte de atención a gays, lesbianas y transexuales sí pidió que se incluya a estos colectivos en la ley integral contra la violencia a las mujeres.
Expertos como García insisten en que esta violencia sí es violencia de género y piden que las instituciones la reconozcan como tal.
«La sociedad tiene que entender que la violencia de género no es solo del hombre contra la mujer, sino de todo lo que se considera masculino contra todo lo que se considera femenino», dice.
Lo que se considera masculino, según García, son atributos como un mayor sueldo, mayor fortaleza física o más prestigio social.
►Link al Artículo Completo de Antía Castedo en BBC Mundo