Artículo publicado en The Telegraph

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Fecha: 12 diciembre 2019

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Autora: Laura Donelly (Editora de Salud)

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LINK AL ARTICULO ORIGINAL EN INGLÉS
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Texto del artículo en español:

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Los denunciantes dijeron que a muchos niños se les estaba administrando medicamentos para bloquear la pubertad cuando no deberían haber recibido el diagnóstico.
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El personal anterior dijo que no pudieron evaluar adecuadamente a los pacientes por temor a que se los califique de «transfóbicos«.
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Las inquietudes fueron planteadas por 6 psicólogos que renunciaron al servicio de identidad de género para niños de Londres en los últimos tres años.
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Un psicólogo, que deseaba permanecer en el anonimato, dijo:

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«Nuestros temores son que los jóvenes sean diagnosticados en exceso y luego sobre-medicalizados.

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Estamos extremadamente preocupados por las consecuencias para los jóvenes … Para aquellos de nosotros que anteriormente trabajamos en el servicio, tememos haber tenido asientos en primera fila para un escándalo médico».
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Treinta y cinco psicólogos han renunciado al Servicio de Desarrollo de Identidad de Género de Londres (GIDS) en el Tavistock and Portman NHS Foundation Trust desde 2016, revela la investigación de Sky News.

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En este titular podemos leer lo que dice esta profesional clínica:  «Se siente como la terapia de conversión para niños gay»

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Otro psicólogo dijo:

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«La alarma comenzó a sonar para mí … No me sentía capaz de expresar mis preocupaciones, o cuando lo hice, a menudo me cerraron otros clínicos afirmativos. Mirando hacia atrás, hay jóvenes a quienes ahora no les daría medicamentos necesariamente».

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Los datos muestran que el número de niños tratados en el Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS) ha aumentado más de treinta veces en una década, de 77 a 2,590
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El GIDS en Camden, al norte de Londres, es donde los niños con disforia de género son tratados en el NHS.
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El servicio tuvo 2.590 pacientes jóvenes referidos el año pasado, en comparación con solo 77 pacientes hace una década.
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Han sido atendidos los casos de niños menores de 18 años y, en casos raros, algunos tan pequeños como de tres.
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En una declaración, el GIDS dijo que apoya a cada joven caso por caso, como individuo.

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“GIDS adopta un enfoque considerado y reflexivo, y apoya a los médicos para que se involucren abierta y solidariamente con los pacientes y los padres. Hemos llevado a cabo entrevistas de salida con todo el personal que sale para comprender sus motivaciones e identificar cualquier área de preocupación.
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«El trabajo es exigente y las presiones de operar en un servicio ocupado que enfrenta un alto nivel de críticas injustas son intensas, sus motivaciones son individuales».

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Las personas con disforia de género experimentan incomodidad o angustia porque sienten que hay una falta de coincidencia entre su sexo biológico y su identidad.
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Casi a la mitad de los niños tratados en el GIDS se les prescriben bloqueadores hormonales que detienen la pubertad, que se reanuda cuando el paciente deja de tomar los medicamentos.
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Esto les da a los niños el tiempo para considerar si realmente quieren hacer la transición al sexo opuesto.
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Pero las drogas interfieren con la producción natural de hormonas y pueden causar cambios de humor.
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La siguiente etapa es la terapia hormonal. Los jóvenes toman testosterona, si están en transición a un hombre, o estrógenos, si cambian a una mujer. Normalmente, esto no se administra a personas menores de 16 años porque es irreversible y eventualmente puede hacer que los pacientes sean infértiles.
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Para la cirugía de reasignación de género, el paso final en la transición de un sexo a otro, está reservada para pacientes mayores de 18 años.
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THOMASIN
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Thomasin, que pasó la mayor parte de su adolescencia identificándose como hombre, volvió a ser mujer este año a la edad de 19 años.
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Tavistock le diagnosticó disforia de género a los 17 años, pero nunca le recetaron medicamentos.
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Thomasin hizo la transición este año después de darse cuenta de que estaba luchando con su sexualidad como lesbiana.
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Ella dijo que estaba contenta de nunca haber tomado medidas irreversibles para convertirse en hombre.

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«Principalmente, lo que me estaba alimentando era que no encajaba y luego fui lentamente alimentada por esta idea de que podías cambiar de sexo».